Ante la pregunta de si las personas podemos cambiar te diré que todos los seres humanos somos susceptibles de cambio, de hecho cambiamos más de lo que permanecemos igual. En general, las relaciones, las personas, el mundo, está sumergido en fluctuaciones incesantes. Creemos equivocadamente que la estabilidad forma parte de la vida, que en momentos, o incluso años se vuelve estática, “siempre lo mismo”, pero la realidad va mucho más allá.
En nuestra cultura la estabilidad es un deseo que hemos conectado con la economía, mantener una vivienda, preservar la familia, etc. Por lo que, estamos considerando que los cambios son para mal o peor, cuando no tiene por qué ser así. Esto puede deberse a la comodidad a la que todo ser humano acude muchas veces, la zona de confort, “yo estoy contento con lo que tengo y no quiero más”.
Muchas personas no se toman en serio ofertas de trabajo en el extranjero, oportunidades para aprender idiomas mediante experiencias, … intentamos sabotear la idea de irnos al extranjero o de aprender de un modo diferente porque simplemente nos es desconocido, por eso existe en muchas ocasiones el temor al cambio, con frases del tipo: “no estoy preparado”, “seguro que la organización no es seria”, “encima que me voy al extranjero tengo que pagar”, “nadie quiere acompañarme” y miles de excusas más.
Es cierto que a nuestra percepción y en general a nuestro cerebro les es mucho más fácil pensar que el mundo y la vida es estable, pero si analizas detalladamente puedes darte cuenta de que esto no es en absoluto cierto. Todos los seres vivos están constantemente superándose para sobrevivir, para ello adoptan cada vez mejores estrategias o adaptaciones al ambiente, el cual también varía considerablemente, de lo contrario sabemos que estarían destinados a la extinción.
¿Y qué pasa entonces?
Ahora me preguntaréis, y entonces ¿por qué se extinguen actualmente muchas especies?. Sencillo, los cambios que estamos produciendo en el planeta van mucho más rápido de lo que los animales pueden evolucionar en tan poco tiempo, la naturaleza es gradual en sus cambios de ambiente para que las especies más aptas puedan irse aclimatando. Por obra del hombre se han introducido muchas especies (llamadas invasoras) en ambientes diferentes, resultando en que las especies nativas al no haber evolucionado en contacto con estas nuevas especies, no pueden competir con ellas, por lo que son desplazadas o, en el peor de los casos, mueren y se extinguen. Lo que hoy en día se considera como la segunda causa de pérdida de biodiversidad mundial, en Europa una de cada tres especies está en peligro crítico de extinción por esta amenaza.
¿Qué cosas nos cambian o nos han hecho de esta manera?
Las personas que nos rodean, la cultura, el lugar donde vivimos, el ambiente en el que crecimos, las experiencias, el clima familiar, entre muchos otros. En general, todo nos influye. Hay épocas que son más significativas porque estamos en período de crecimiento (niñez y adolescencia), en que lo anterior tendrá mucha más influencia en nosotros que cuando somos maduros y ya tenemos las estructuras cimentadas. Sin embargo, aunque entre más edad las estructuras sean menos flexibles, aún tienen la capacidad de cambiar. Otra cosa es que se esté dispuesto a invertir esfuerzo para lograrlo.
¿La gente cambia y puedo cambiar yo?
Algunas personas piensan que el ser humano no cambia, que el que nace de una forma morirá de esa misma forma, nada más lejos de la realidad. Aprender de base que las personas estamos dotadas de herramientas y estructuras adaptables al cambio nos permitirá estar abiertos al optimismo cuando se trata de cambiar cosas que consideramos que nos perjudican, o elementos que queremos mejorar. Eso sí, como ya dije somos los seres más cómodos que existen, con lo que no esperemos cambiar con un chasquido de dedos.

El primer paso y el más importante para conseguir el cambio es realmente querer cambiar, para lo que estaremos motivados y estaremos dispuestos a invertir el esfuerzo que sea necesario para conseguirlo. Otro factor importante es querer cambiar por uno mismo, lo que denominamos motivación intrínseca en psicología. Al principio, puede ser que la motivación para cambiar sea por otra persona, lo que comienza siendo motivación extrínseca pero esta puede desplazarse y llegar a ser realmente intrínseca, y aquí es donde sucede la magia 😉
¿Existen los cambios radicales?
Por supuesto que existen. Los ejemplos más extremos son de personas que su vida ha dado un vuelco muy fuerte, y a partir de ahí han decidido cambiar “X” cosas en su vida, o directamente han pasado a pensar de forma radicalmente opuesta a la que llevaban manteniendo toda su vida, ya sea porque esa experiencia les haya dado otra perspectiva, ya sea porque era el empujoncito que necesitaban para decidirse, etc. Nótese en casos de accidentes, pérdidas importantes, enfermedades, entre otros.
Se encuentran casos de personas muy religiosas que después de haber perdido a algún familiar muy cercano han dejado de serlo. Personas que cambian de hábitos muy nocivos y adictivos por una enfermedad o un consejo médico de urgencia. Personas que tendían a ser paranoicas y recelosas de los demás y aprendieron a ver a las personas de forma diferente, sin prejuicios, disfrutando de cada parte positiva que pueden extraer de ellas.
Lo ideal sería evidentemente disfrutar de estas ventajas sin necesidad de vivenciar este tipo de acontecimientos.
Por ello debemos reconocer la vital importancia de estos conocimientos que nos van a otorgar el poder de creer en que el cambio es perfectamente factible para nosotros y para los demás. Poder cambiar se puede, otra cosa es que se quiera y se esté dispuesto a entrenar para conseguirlo.
¿Por qué no consigo cambiar?
Desde luego una cosa en la que solemos tropezar una y otra vez es en intentar solucionar el problema de la misma forma. Si no ha servido, a la décima podemos pensar que tal vez haya que plantearse otra manera. Será difícil encontrarla porque estamos empecinados en lo mismo, pero aquí ya hay que empezar a esforzarse un poco, pedir consejo a personas adecuadas o incluso acudir a un psicólogo. Nadie nace sabiendo, además en el colegio no nos enseñan a cambiar sino que al contrario muchas veces fomentan una imagen estática. Así que no hay que sentirse mal por pedir ayuda, es bastante común hacerlo.